¡Se ha liado parda! Un gran grupo de titanes amenaza el interior del muro Rose, y el cuerpo de exploración cree que han hecho un gran agujero en el muro por el cual han entrado todos en manada. Pero nada más lejos de la realidad.
El equipo de exploración se divide en cuatro subgrupos que se encargarán de avisar a todos los pueblos que se hallan dentro del muro Rose de la evacuación inmediata. Sin embargo, aunque algunos pueblos logran salvarse de las garras de los titanes y otros quedan arrasados por ellos, hay otros, como el pueblo de Conny, que nos hace pensar que los titanes que hay por allí pululando son los propios pueblerinos que se han transformado por alguna razón que todavía desconocemos. Esto también se confirma al ver que realmente no hay ningún agujero en el muro, que Conny reconoce a una titán como su madre y que hay titanes que, en comparación con sus mini-miembros y su gran torso, no pueden ni moverse por la descompensación anatómica que tienen pero que, aún así, siguen allí plantados.
Además nos es revelado que los titanes son capaces de endurecer su cuerpo como una piedra fortísima, y que la piedra de los muros no es sino piel endurecida de titán. También nos presentan a otro excéntrico, esta vez muy cuqui y con forma de primate que también sabe hablar.
Finalmente, gracias a las indagaciones de Zoë, sabemos que los sacerdotes de la ciudad lo saben todo pero que no van a soltar prenda de su conocimiento a nadie que no pertenezca a su familia. Uno de esos miembros es Christa Lenz, por lo que nuestros protagonistas se dirigirán hacia donde esté ella para que el sacerdote le cuente todo y acabar por saber qué cohones pasa con los titanes.
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